VENTAJA AL RESTO

Por Juan A Bracco – El resultado del escrutinio definitivo validó lo que se conocía desde el domingo a la noche: Juntos por el Cambio, al menos en Entre Ríos, sí la dio vuelta y se alzó con un triunfo que, dicho vulgarmente, le dio en la pera al gobernador Gustavo Bordet • El escenario que se abre en la provincia deja al intendente de Concordia Enrique Cresto con un clara preeminencia de cara al 2023 • En la ceremonia del 10 de diciembre, será la foto con él una de las que más cotice en la interna del partido de gobierno.
El domingo 27 de octubre arrojó un resultado concluyente y condicionante para el devenir de la vida política e institucional de la provincia.

La ausencia de Bordet en el tramo definitorio de las elecciones nacionales solo puede ser equiparable a la del ministro del Interior, Rogelio Frigerio, desde el cierre de listas hasta los comicios generales provinciales que le dieron la reelección al Gobernador en junio. En los pasillos de la Casa de Gobierno, hay quienes ven mucho más que un mero paralelismo  entre estas conductas simétricas y se atreven a postular la existencia de un pacto preexistente.

Frigerio puede poner sobre el tapete razones institucionales para justificar sus ausencias y contener a sus referentes que lo extrañaron en la contienda: estaba al frente de una las áreas más sensibles de un gobierno que empezaba a contar sus últimos días.

Bordet aún está a tiempo de dar sus motivos y terminar con las especulaciones y las lecturas interpretativas que hacen dirigentes y referentes de su fuerza cuando se les consulta “¿qué pasó?”.

Sin embargo, en su primera aparición pública, el miércoles 30 a tres días de los comicios, prefirió hablar del triunfo de Alberto Fernández sin mencionar (de nuevo) a Cristina Fernández de Kirchner, razón necesaria (aunque no suficiente) de la victoria del Frente de Todos.

Como si en vez de un gobierno sostenido por un movimiento con base y raigambre popular se tratase de una familia paqueta ante una macana de alguno de sus miembros más jóvenes, parece que de eso (de la derrota) no se habla, entonces eso no ocurrió y pasemos a otro tema.

El problema radica en que los problemas que se acumulan sin ser tratados ni asumidos, tarde o temprano reaparecen y a menudo de forma convulsiva, poco ordenada, tanto en la vida personal como en la de los pueblos. El ejemplo más claro está del otro lado de la cordillera.

En orden a esto, el resultado del domingo no puede ser ocultado fácilmente bajo la mesa. La frase lanzada en sus redes sociales por el secretario General de la Gobernación Edgardo Kueider de que el comicio fue “estrictamente nacional” es inconducente: parece más una excusa que una razón.

Además, fue el mismo artilugio ya utilizado para despegar a la gestión Bordet de la mayor derrota del peronismo entrerriano en su historia: las legislativas de 2017. Kueider, más que ningún otro miembro gabinete (o tal vez también la ministra Rosario Romero), debería saber que un mago no debe hacer dos veces el mismo truco frente al mismo público.

Entre dientes, la dirigencia justicialista cuestiona al Gobernador por los candidatos elegidos. Un audio atribuido a un intendente saliente de la costa del Uruguay y que circula por Whatsapp critica además al mandatario por no haber recorrido en campaña la provincia, en particular esa zona, donde es el claro elector.

Kueider, como hombre de su confianza, encabezaba la lista de Senadores. Era previsible que Bordet lo aupara y lo llevara por pueblos y ciudades. Pero eso no aconteció.

Marcelo Casareto iba como mascarón de proa en la de Diputados. Dueño de una personalidad que genera pocas adhesiones, se mostró desde principio a fin (31 de agosto a 15 de septiembre) en las tribunas del Mundial de Básquet de China 2019, mientras en la Argentina la devaluación post PASO y la intensificación del ritmo inflacionario golpeaban a los sectores trabajadores y a los más necesitados.

Párrafo aparte merecen Blanca Osuna y Stefanía Cora. A ambas se las presentó como pedido del kirchnerismo para la composición de listas. Existen, sin embargo, informaciones divergentes con respecto a esto.

El candidato K era Sergio Urribarri, asediado judicialmente por varias causas. Su lugar estuvo asegurado hasta la madrugada del sábado en que cerraban listas. Un planteo de último momento de la Casa Gris generó un veto a su nombre y dejó sentado que Bordet quería definir la integración de la lista.

Horas después, un diálogo de alto nivel buscó matizar la situación: el Gobernador pedía al kirchnerismo que ponga los segundos lugares. La respuesta que llegó de Buenos Aires fue categórica. Palabras más o menos: “Gustavo vos dijiste que querías poner los candidatos. Hacete cargo”.

A última hora, como confesó la propia Cora, fue convocada para ir detrás de Kueider, pese a ser diputada provincial electa. Lo de Blanca Osuna, siempre dispuesta, surgió de una negociación directa con la interesada. Con ella en la lista, el PJ Paraná se ha asegurado perder por más de 15 mil votos en las últimas elecciones.

Este relato, que es una de las reconstrucciones verosímil de esas horas, permite entender también el porqué de las ausencias de Alberto Fernández y CFK en la campaña entrerriana. El candidato a Presidente pisó la provincia una sola vez, antes de las primarias. La ex mandataria, ni siquiera vino como autora del éxito editorial del año.

• Restas y sumas

Dentro de las condicionantes que los números del 27 de octubre dejaron plantados están los obvios: la baja calificación frente al gobierno entrante de Alberto Fernández y las complicaciones de representación parlamentaria que Entre Ríos le viene arrojando al peronismo nacional en los últimos cuatro años, período en el cual perdió tres legisladores a manos de Cambiemos/Juntos por el Cambio.

El primero fue en las elecciones de 2015. Bordet saltaba de la intendencia de Concordia a la Gobernación, pero en el camino el PJ Entre Ríos renovó sólo dos de los tres lugares en diputados que había obtenido en 2011, comicios en que fueron reelectos Cristina Fernández de Kirchner y Sergio Urribarri. Dos años después, la debacle interna llevó a que el peronismo entrerriano renovara sólo dos de las tres bancas que ponía en juego. El pasado 27 de octubre, por primera vez desde que se eligen tres senadores nacionales por voto directo, el PJ provincial cedió la mayoría y colocó a un solo representante, mientras que Juntos por el Cambio se llevó los dos restantes.

En cuanto a la renovación de Diputados, en 2021 habrá revancha, pero Alfredo de Angeli y Stella Olalla estarán sentados hasta el 2025 como representantes de Entre Ríos en la Cámara alta.

El único saldo positivo que puede poner sobre la mesa el oficialismo luego de lo ocurrido en la elección es que, al menos prima facie, le ha dado una sobrevida a Atilio Benedetti como principal referencia del radicalismo. La historia reciente muestra que Benedetti es para la sociedad un opción válida para ser oposición, pero no para constituirse en oficialismo.

• Una pequeña aldea gala

En esta hecatombe, el punto saliente es Concordia. La ciudad más afectada por la crisis económica actual, que la ha devuelto al triste sitial de ser la más pobre del país, cuenta hoy (otra vez) con un dirigente que arranca con ventaja en la carrera para el 2023: el intendente Enrique Tomás Cresto (nieto).

Cresto, al igual que el mandatario de Gualeguaychú Martín Piaggio y el electo de Paraná, Adán Bahl, eran los que estaban en la línea de partida para suceder a Bordet en 2023. De los tres, sólo Cresto obtuvo un triunfo resonante que estiró las expectativas de triunfo en la provincia hasta el último suspiro. Piaggio cayó por una diferencia amplia, aunque mucho menor que los 13 mil de diferencia que Juntos por el Cambio le sacó al Frente de Todos en la capital provincial.

Así, toma una ventaja sustancial: podrá ir a Buenos Aires con los datos del escrutinio bajo el brazo y mostrar su performance. Esta posibilidad les estará vedada a sus rivales al menos hasta 2021, cuando se produzcan las legislativas. Cresto tendrá hasta entonces un mejor plafón, además de que su ciudad es una de las capitales alternativas, una de las políticas básicas de la próxima administración para federalizar la toma de decisiones en territorio.

En el tenis, el saque determina la jugada completa, al igual que en el vóley o el primer movimiento en el ajedrez. Esta prerrogativa, la del primer movimiento, estaba en manos del justicialismo desde agosto. Pero fue mal ejecutada en general y sólo Cresto mantuvo el servicio y ganó el set. Sus adversarios e incluso quien podría llegar a ser su predecesor perdieron los suyos, quedando la ventaja del otro lado de la red, lo que en el “deporte blanco” se denomina ventaja al resto.

Fuente: (valorlocal.com.ar)