Por Juan A. Bracco

 

2 de Agosto (Valor Local) – La asistencia o ayuda a los necesidades del adversario (reales o inventadas) puede terminar conspirando contra los intereses y objetivos propios. El aparato justicialista parece haber aprendido poco de las experiencias de los últimos seis años y se prepara a repetir errores. Por dinámica personal y comprensión del escenario, solo Enrique Cresto intenta despegarse de esta inercia.

La escena que ilustra esta nota es archiconocida por quienes gustan del fútbol. Para los que no, vaya este resumen.

Estadio Olímpico de Berlín, 30 de junio de 2006. La selección local enfrentaba a la Argentina por los cuartos de final de la Copa del Mundo. Con gol del capitán Roberto Ayala, la albiceleste ganaba 1 a 0.

En el minuto 70, tras un córner desde la izquierda, el delantero alemán Miroslav Klose embistió por la espalda al arquero argentino Roberto Abbondanzieri. El juego se detuvo con el atacante en el piso y el guardameta retorciéndose de dolor sobre el césped. Ayala corrió para asistir… al germano. Diez minutos después Klose empató el partido.

El match se definió con tiros desde los 12 pasos. Abbondanzieri, el especialista argentino en penales, debió abandonar el campo por la lesión y fue reemplazado por Leonardo Franco. Alemania pasó a semis y Argentina volvió al hotel a hacer las valijas.

Fin de juego

¿La historia habría sido distinta si el capitán argentino socorría a su arquero en vez de asistir al rival? Es contrafáctico. Pero al menos no hubiera quedado la imagen de un argentino ayudando a quien había lesionado a un compañero.

El Bambino Veira hubiese rematado la anécdota con una de sus frases. La utilizó cuando Flavio Zandoná no cortó un contraataque y le terminaron convirtiendo un gol. “Zandoná. Zandoná – le gritó Veira desde la línea de cal – Andá a abrazarte con ellos ahora”. (Aquí, desde 3:37)

El abrazo al rival

Inmerso en una inercia con pátina de corrección política que sólo ha servido para que Entre Ríos se consolide como un bastión de Cambiemos / Juntos por el Cambio, la conducción del justicialismo parece actuar igual que Ayala: en vez de defender a los propios y construir en función de sus intereses, corre en auxilio de sus adversarios.

Los ejemplos sobre esto son varios. Veamos algunos.

Desde enero o febrero era un hecho que Rogelio Frigerio encabezaría la lista principal de la oposición. Desde ese momento hasta ahora, la dirigencia del peronismo se dedicó a observar como el ex ministro del Interior recorría toda la provincia y hablaba con al menos una decena de dirigentes justicialistas para tentarlos de saltar el charco. Este operativo de seducción tuvo efectos variados. Pero no fue contrarrestado en ningún momento.

Frigerio tuvo, durante ese lapso, que capear varias tormentas.

La primera estuvo ligada a la denuncia por el presunto espionaje que realizó el macrismo a figuras de la oposición y de la propia fuerza. Rápido de reflejos, afirmó que él también era víctima de este hecho. Pero en el mientras tanto no debió pagar costo político alguno ante la sociedad.

Otra fue el movimiento de despegue de la figura de Mauricio Macri. Comenzó en Buenos Aires, como una movida magistral del jefe de Gobierno Horacio Rodríguez Larreta, que aparece como la principal figura de Juntos de cara al 2023.

En Entre Ríos nadie del oficialismo le ha puesto el punto a esta situación. Apenas a media lengua se cuestiona al macrismo y sus desaguisados. Pero si el predicado no está acompañado de un sujeto, la oración es inentendible.

Recursos propios

En Juntos tienen (o simulan muy bien tener) un temor marcado a que el Gobierno provincial y el nacional se sirvan de políticas públicas (obras, campaña de vacunación, mejora de índices) con fines electorales.

En una elección que plebiscitará la gestión de Alberto Fernández no es descabellado que eso ocurra. El problema no es la utilización de los recursos públicos para mostrar qué se está haciendo y contrastar con lo anterior. Después de todo, la administración del Estado se trata de eso. Y la elección de sus administradores se concreta en función de esa eficiencia.

Sin embargo, el peronismo entrerriano se empecina en disimular tanto esta cuestión que termina desarmándose solo de su mejor arma. Un arma, reiteremos, lícita para seducir y convencer al votante.

Ejemplos

Veamos dos casos para graficar lo expuesto antes:

A) El jueves se lanzó la campaña del Frente de Todos. El lugar elegido fue La Paz, una ciudad gobernada por Juntos. En el material que el Gobierno hizo circular, el gobernador Gustavo Bordet no menciona a Cresto, el cabeza de lista, sólo tiene palabras para Tomás Ledesma, el tercero, y Brenda Ulman, la cuarta.

Las fotos tampoco ayudaron. Se ve a Bordet sólo o rodeado de Cresto (que mira hacia abajo) y Ulman. Parece que el candidato principal es el gobernador y no los integrantes de la lista.

La idea de que la buena imagen del Gobernador era la carta ganadora quedó desmentida en 2017 y en 2019. En la primera, el Frente Justicialista perdió por 45 mil votos. En la segunda, la aplastante victoria en las elecciones provinciales se terminó yendo por la canaleta y JxC volvió a imponerse.

En pocas palabras: Bordet es un gran candidato, pero no tiene dotes de elector. El PJ perdió dos diputados y una senaduría en el interín, pero parece no comprenderlo.

B) Este martes se anunció un plan para construir 2600 casas en Entre Ríos con fondos nacionales. Esto generará de inmediato 5 mil empleos ¿Tendrá el justicialismo una noticia mejor para dar de cara a las primarias? Difícil.

Pero se eligió como foto principal para comunicar la buena nueva una toma de Bordet con el intendente de Gualeguaychú, Martín Piaggio. Cresto apareció en otra imagen, a un costado del Gobernador y fuera de foco.

Al titular del Enohsa la crónica oficial recién lo nombró en el séptimo párrafo. Y dejó pasar dos subtítulos para, 10 párrafos más abajo de la primera mención, indicar que el cabeza de lista del peronismo gestionó más obras para Entre Ríos.

Paso a paso

El justicialismo entrerriano parece estar bailando una zamba con Frigerio. Se acercan, se alejan. Se hacen señas. Se revolean el pañuelo. Se entrelazan. Pero no se tocan. Y cada uno sigue para su lado.

En medio de ese cortejo tántrico, Cresto se ha mostrado en estos últimos días con una dinámica propia que parece pretender romper la inercia. La foto del intendente de Paraná, Adán Bahl, junto al diputado José Cáceres va en el mismo sentido.

El cabeza de lista apeló a mostrarse con las referencias nacionales del peronismo y a tratar de mover, algo, la actividad partidaria. Sabe que el premio es grande. La carrera termina en Gregorio de la Puente 220.

Los tiempos políticos indican que la sociedad no tolera en su clase política la agresión y el enfrentamiento sin más. Pero para que las propuestas, las ideas, los proyectos de país y de provincia contrasten, una tiene que aparecer más oscura y la otra más clara. De lo contrario todo se confunde en un tono gris y el presente no puede distinguirse del pasado ni del futuro. (Valor Local)