Economía destacó que el mes pasado se alcanzó el menor rojo fiscal “desde que arrancó la pandemia”. Los inversores reclaman más señales de austeridad por la ausencia de financiamiento que sufre la Argentina.

El dato de noviembre fue positivo, ya que como se ocupó de destacar la secretaría de Hacienda fue “el más bajo” de la pandemia. Sin embargo, hacia adelante el panorama es diferente: son muchas más las dudas que las certezas.

En noviembre hubo una sensible disminución del ritmo del gasto, que tuvo un salto de 40,5% interanual (levemente por encima de la inflación interanual) cuando en los peores meses de la pandemia había subido por encima del 90%. Detrás de esta tendencia está el menor gasto relacionado con la pandemia, por ejemplo el final del Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) y también la disminución del programa ATP para el pago de salarios, ahora sólo disponible para sectores “críticos” como la hotelería.

Sin embargo, el rojo primario de “apenas” $ 58.000 millones será muy difícil de sostener. Diciembre, ya se sabe, es un mes de déficit récord para el sector público y de hecho el Central ya transfirió $ 200.000 millones en concepto de giro de utilidades a favor del Tesoro.

Según las proyecciones oficiales, el rojo fiscal de este año se acercará al 9% del PBI, contando el resultado primario (algo más de 7%) y el pago de intereses de la deuda. El Presupuesto 2021 estableció una reducción al 4,5% del déficit primario, es decir que el gasto superará ampliamente los ingresos del año próximo.

El economista Federico Furiase, director de EcoGo y profesor de la Universidad Di Tella, consideró que “la inercia fiscal podría llevarnos a un déficit de 3,5% del PBI en 2021 versus 4,5% del Presupuesto, pero la decisión es política. El mercado por ahora no compra”.

Si bien el propio Guzmán había dejado trascender la idea de ir a un déficit de las cuentas públicas menor al aprobado por el Congreso, hoy parece un objetivo bastante lejano.

Para los inversores se trata de un dato fundamental, que definirá la suerte de lo que pase con acciones, bonos y en particular con el tipo de cambio. Sucede que cuanto más crezca el rojo fiscal, mayor será la necesidad de emisión monetaria del BCRA para financiar al Tesoro. Y hoy el espacio para repetir una experiencia parecida a la del 2020 luce demasiado estrecho. Por lo tanto, si el déficit termina siendo demasiado elevado, crecen fuertemente las chances de nuevas presiones sobre el tipo de cambio.

Entre los motivos que se suman para complicar un mejor resultado de las cuentas están los siguientes:

– Muy posible rebrote del Covid-19: la nueva cepa encontrada en Gran Bretaña consolida todavía más esta tesis. Casi todos los países del mundo, incluyendo ya varios de Latinoamérica, están decidiendo un nuevo cierre de sus actividades, en algunos casos más agresivos que otros. Una medida de estas características obligaría al Gobierno a distribuir nuevos programas de ayuda para que las empresas continúen pagando sueldos o directamente para beneficiar a aquellos trabajadores que quedan más expuestos a la crisis. El Presupuesto 2021, sin embargo, no contempla este tipo de ayudas excepcionales. En caso de producirse desembolsos en esta dirección impactaría en forma directa sobre el déficit.

– Ajustes tarifarios postergados y a cuentagotas: el Presupuesto 2021 plantea que los subsidios se mantendrán en términos reales. Pero esto supone una adecuación importante en el precio de los servicios públicos que pagan los usuarios. Luego del discurso de Cristina Kirchner del viernes, esta chance luce cada vez más lejana. Por lo pronto, se informó que hasta marzo como mínimo se mantienen congeladas las tarifas de luz y de gas. Y para adelante los aumentos serían sumamente graduales para no impactar en el poder adquisitivo de las familias. Este escenario obligará justamente a incrementar más allá de lo planificado inicialmente los subsidios a estos sectores, aumentando el gasto.

– El impacto del año electoral: es un fenómeno clásico de los “años impares”, con el objetivo de mejorar las chances en los comicios. La obra pública sería un sector que crecerá fuerte el año que viene, pero también otro tipo de programas asistenciales, sobre todo en los meses previos a las elecciones. Aunque se supone que ya está presupuestado, es posible que aparezcan nuevas partidas aún no definidas. (Fuente: Infobae)