RETENCIONES, QUITA DE REINTEGROS Y CLIMA, TRES FACTORES QUE GOLPEARON A LAS LEGUMBRES

La producción de garbanzos, porotos y arvejas sintió el impacto de un escenario más recesivo y en la cadena preocupa la posibilidad de perder mercados.

Durante varias campañas, para algunas regiones productivas, las legumbres fueron el “antídoto” que permitía esquivar las retenciones y complicaciones comerciales que por entonces tenía el trigo.

La campaña 2018/19 está siendo para las legumbres (en particular, para las especialidades en general) algo así como el año de las “diez plagas de Egipto”. Retenciones, quita de reintegros, complicaciones climáticas que afectan rendimiento y calidad y nuevos “jugadores” internacionales que generan megaproducciones que deprimen los precios.

Para colmo, sin una ley de semillas apropiada, muchos juegan con genética que ya tiene dos décadas y quedan lejos del potencial internacional de sus competidores.

Pero después de cada tormenta el cielo se despeja. La buena noticia es que el propio mercado internacional, pero también (en algunos casos) el interno, ofrece oportunidades para estos productos.

“La siembra se planteó con números ajustados en un mercado globalizado que cada vez tiene más nuevos productores/vendedores”, le contó a Clarín Rural Horacio Frágola, director de Farm Products-Alicampo y miembro de la Comisión Directiva de la Cámara de Legumbres de la República Argentina (CLERA). Y explicó: “Brasil está creciendo mucho en legumbres, también Canadá, Rusia, Ucrania, Etiopía… que empiezan a producir a precios competitivos”.

Hace 16 años que Alicampo en sociedad con productores de distintas regiones (de Salta, Córdoba, Santa Fe y Buenos Aires) procesa y exporta especialidades entre las que se destacan el maíz pisingallo, poroto y garbanzo. Es una empresa que participa regularmente de ferias de alimentos como Gulfood (en Dubai, EAU), Anuga (en Colonia, Alemania) o SIAL (en París, Francia).

Desde lo climático, está siendo una campaña difícil para lograr kilos y calidad. Primero heladas tardías, ahora lluvias en plena cosecha, ponen en jaque la rentabilidad. El consultor y asesor en especialidades, Adrián Poletti, relevó que las heladas del 2 de octubre complicaron la arveja en el sur santafesino y las lluvias de noviembre la del norte de Buenos Aires.

El garbanzo tuvo en algunas zonas del norte, de Salta, pérdidas totales por lluvias. La estimación inicial de producción de Poletti era de 200.000 toneladas. Después la bajaron a 160.000, 140.000 y ahora cree que va a quedar en 120.000 toneladas.

Primero vino la devaluación, que “algo ayudó” pero no tanto, porque “la mayoría de los precios a lo largo de toda la cadena están dolarizados”. Lo que sí “fue un palazo” fueron las retenciones. “Están llevando a un desastre al sector, porque ya estábamos jugados, con los cultivos sembrados, por un lado, y con la mercadería para vender, recordemos que las especialidades se comercializan a lo largo de todo el año, mensualmente”, indicó Frágola.

Las retenciones fueron un costo adicional de 12% a toda la mercadería que ya tenían. “El problema va a ser el año que viene, nosotros nos reunimos con funcionarios del Gobierno para avisarles que va a haber una merma en la producción de especialidades porque los números no dan”, sentenció. Y agregó: “Es loco pensar que vos podés aplicar 12% de retenciones y el productor puede seguir ganando plata”.

“El escenario es bastante complicado con retenciones y sin reintegros, esas dos cosas prácticamente sacan a Argentina de competitividad en el mundo mientras, por ejemplo, Brasil y Estados Unidos producen más barato y con mejor calidad”, advirtió Ignacio Uranga, de AgroUranga, una empresa que produce (mercadería propia y en sociedad con productores) y exporta especialidades. Para Uranga, en el caso de garbanzo y poroto, Argentina está 50-60 dólares FOB por tonelada debajo de cualquier otro origen.

Frágola anticipó que productores de Salta, donde se hace poroto, iban a dejar campos y no van a sembrar el año que viene. Lo mismo con el garbanzo en Córdoba (provincia de la que sale la mitad de las exportaciones de garbanzo de Argentina).

“Pensá que Argentina vende especialidades a mas de 100 países, sea legumbres, pisingallo u otras y si no logramos producir en cantidad y calidad vamos a perder parte de esos mercados que tanto nos han costado conseguir”, se lamentó.

“Argentina tiene un potencial enorme, pero el año que viene, lamentablemente lo veo bastante negativo por toda esta coyuntura, fundamentalmente las retenciones, que le pegan muy feo”, esgrimió.

Entre tanta desazón, hay algunas buenas noticias. Por un lado las señales que da el mundo. El consumo de garbanzo aumenta 7% al año, el de lenteja 6%. “Si Argentina no lo aprovecha lo van a hacer Rusia, Ucrania o Brasil”, advirtió Poletti.

Otra cuestión es que el mercado, para Poletti está pasando del “Modo India” al “Modo China”. “Hasta ahora venimos con el modo India, que es de extremos, pueden pasar de ser una aspiradora porque les falta producción y de un día para el otro dejar de comprar, de 8 millones de toneladas a cero, incluso cortar negocios ya embarcados”, relató el consultor. Y agregó: “El Modo China es más estable, necesitan proteína vegetal para convertirla en animal”.

En este sentido, Uranga contó que China ya tiene aprobados los protocolos de importación de arveja para reemplazar parte de la soja en la dieta de sus animales. “Hemos hecho alguna operatoria con China, por ejemplo en pisingallo, pero todavía hay cosas en las que tenemos que trabajar para que nos compren más”, dijo Uranga.

Pero fronteras adentro también hay oportunidades. Es el caso de la arveja amarilla, que podría empezar a mirar un poco más el mercado interno. “Sirve para agregar valor en cerdos, pollos y reemplazo de la dieta en feedlots, se mueve en un rango de precios que acompaña al maíz pero con mejor calidad de almidón, el doble de proteína y sin componente graso”, enumeró Poletti.

Las variedades actuales de legumbres tienen 20 años promedio de antigüedad. Comparadas con una variedad nueva, la diferencia productiva ronda entre 30 y 40% según Poletti. Esto es, unos 1.000 kilos por hectárea.

Por eso, al igual que otras producciones regionales (algodón, por citar alguna), los productores de legumbres están expectantes sobre la posibilidad de contar con una nueva Ley de Semillas que impulse el ingreso de genética adaptada a distintas regiones productivas. (Fuente: Clarín)

Fuente: (valorlocal.com.ar)