La biotecnología rosarina gana terreno en el mundo

Bioceres, la empresa que desarrolló cultivos resistentes a la sequía, comenzó a cotizar en el panel tecnológico de Wall Street. El negocio de invertir en ciencia.

La biotecnología rosarina llegó a la cumbre de los negocios mundiales, con el inicio de la cotización de las acciones de Bioceres en el panel Nasdaq de Wall Street. Es la punta del iceberg de un ecosistema empresarial basado en la convergencia de ciencia y economía, que echó raíces desde hace unos cuantos años en la región.

En la misma semana en que la empresa emblemática de la biotecnología local daba un paso más en su globalización, un emprendimiento más joven, como el de Terragene, cerraba un acuerdo relevante para masificar la comercialización de bioinsumos, una de las fronteras más novedosas de los agronegocios. En ambos casos, como en tantos otros en la provincia de Santa Fe, se aprecia un rasgo común: la articulación entre el sector científico público y los emprendedores del sector privado.

Bioceres fue fundada casi como un sueño loco hace 20 años, en 2001, cuando la economía argentina estallaba. Fueron 23 emprendedores, impulsados por Víctor Trucco, bajo la consigna de convertir a los productores agropecuarios en empresarios de la biotecnología. Tiempo después, cuando pasado el pico de la crisis emergía un nuevo ciclo alcista de los commodities, llamaba la atención la larga fila de interesados que, en el congreso de Aapresid, esperaba su turno para suscribir acciones de la biotecnológica. Casi en simultáneo, alumbró el proyecto de construir en Rosario el principal polo de investigación biotecnológica de América latina. En 2010 fue inaugurado en el predio ubicado al sur de La Siberia el Instituto Nacional de Biotecnología Agrícola (Indear). Su construcción fue asociada al traslado al nuevo Centro Científico Tecnológico del Conicet, que finalmente reunió en un mismo lugar a los institutos de investigación del organismo de ciencia y técnica nacional.

La vinculación con el Conicet fue la semilla del desarrollo emblemático de Bioceres, aunque no el único: la introducción en el gran cultivo de un gen, aislado del girasol, que otorga a las plantas tolerancia al estrés hídrico. Fue una científica de ese organismo y de la Universidad Nacional del Litoral (UNL), la que encabezó el equipo que aisló el Hb4h. Hoy, esos mismos investigadores trabajan en el desarrollo de un maíz resistente a las inundaciones.

Bioceres avanzó con el desarrollo de distintos productos biotecnológicos, se asoció o firmó acuerdos de adquisición con empresas de distintas partes del mundo. Su controlada Indear, en alianza con laboratorios rosarinos, trabaja en le área de medicina genómica.

En este proceso de escalado, desembarcó en la Bolsa de Nueva York y desde la última semana comenzó a cotizar en el Nasdaq. Federico Trucco, su CEO, explicó la importancia de “esta gran plataforma global para avanzar en el objetivo de ayudar a la agricultura en la transición hacia la neutralidad de carbono, regenerar los ecosistemas agrícolas a la vez que mejoramos la productividad de nuestros sistemas, ayudando a mantener la disponibilidad de alimentos para la comunidad global”.

Esto tiene que ver con su visión de la agricultura posgranaria, que explicó a La Capital durante una entrevista realizada en 2019. Lo hizo así: “Así como la soja transgénica y la biotecnología nos permitieron un salto en un momento, ahora hay que buscar otro salto. Por empezar, tenemos que analizar los ecosistemas como cuencas fotosintéticas. Hay que comenzar a capturar parte de la biomasa que hoy se volatiliza. Desde ese punto de vista, la transición de la agricultura granaria a la posgranaria es el mayor impacto que podemos imaginar en el corto plazo. La infraestructura que hoy existe es la necesaria para atrapar la parte de la fotosíntesis atrapada en un grano. Toda la capacidad de aprovechamiento de nuestra agricultura depende de esto porque el resto de la planta se descompone. Las nuevas tecnologías nos permiten aprovechar esto que hasta hace poco perdíamos. Hoy podemos poner, donde se produce el maíz, una planta en la que se pueda trasformar el tallo, la chala, la hoja, en cemento, asfalto. Para decirlo de otra manera, en lignina vegetal. Entramos en el mundo de los biomateriales”.

  • TERRAGENE

La empresa biotecnológica rosarina Terragene cerró un acuerdo con Helm Argentina, líder global en protección de cultivos, para desarrollar y comercializar productos con microorganismos y biomoléculas inteligentes para protección de cultivos.

Estos bioinsumos, marca Protergium, operan activando mecanismos naturales de la planta contra enfermedades y plagas, sin generar residuos y con reducción de las emisiones de carbono. El primer producto fruto de esta alianza, Innobio Protergium, estará disponible a partir de la próxima campana de soja 2021, luego de cuatro anos de desarrollo.

Mauro Edalian, gerente general de Helm Argentina, explicó que la incorporación de insumos biológicos a la cartera de la compañía es “un claro ejemplo del firme compromiso en la búsqueda de soluciones innovadoras y sostenibles que perseguimos desde hace 120 anos”.

Por su parte, Adrián Rovetto, fundador de Protergium y vicepresidente de Terragene, expresó que “esta alianza entre Protergium y Helm es parte de nuestra estrategia de innovación y de nuestro compromiso con desarrollar herramientas biotecnológicas efectivas y sustentables aplicadas a revolucionar las formas de manejar los cultivos y de producir alimentos”. (Fuente
: La Capital)