OLEAGINOSAS: UN MUNDO COMPLEJO

Las compañías que lideran el comercio exterior argentino objetaron la política arancelaria y advierten sobre la guerra comercial.

La industria oleaginosa en la Argentina sintió como un cachetazo la decisión del gobierno de Mauricio Macri de reinstalar las retenciones a las exportaciones agropecuarias y en paralelo reducir el diferencial arancelario que regía para las ventas externas con mayor valor agregado como harinas o aceites. No sólo fue una suerte de "decepción" política e ideológica, tal cual plantearon los referentes del sector, sino, además, un error de "timming" en un contexto en el cual la guerra comercial desatada entre Estados Unidos y China le abre una ventana de oportunidad al país que se está dejando pasar.

"En estas siestas que duerme la Argentina es donde se pierde el partido", sintetizó Sergio Gancberg, CEO de la multinacional suiza Glencore propietaria de la planta de Renova en Timbúes, quien recordó que "el desarrollo sojero del norte de Brasil se debe exclusivamente a situaciones como esas".

o entender esa dinámica es, para los principales CEOs de las compañías agroindustriales que tienen planta en el polo del Gran Rosario, recorrer un "camino inverso orientado a la primarización", según detalló Raúl Padilla, a cargo de las operaciones de Bunge en Sudamérica.

"No estamos condenados al éxito", advirtió Fernando Cozzi, vicepresidente de Cargill y recordó que "en los últimos diez años la Argentina pasó de tener una participación en la cosecha mundial de soja que estaba arriba del 20% y este año, si hubiésemos llegado a las 55 millones de toneladas, hubiéramos alcanzado el 15%, pero en realidad apenas estamos en el 11%".

Esta pérdida de mercados fue según detalló el ejecutivo por efecto de la fortaleza que fue adquiriendo Brasil. "Vamos a seguir perdiendo la preeminencia de una industria que es muy importante para el país y para eso es necesario salir de cuestiones domésticas", dijo y reiteró las críticas del sector a la presión fiscal dispuesta por el gobierno de Cambiemos. "Si no hubiese un impuesto a la exportación de soja, la industria no pagaría más. Hoy la industria paga más que la exportación porque lo hace sobre el margen", se quejó.

"Somos ineficientes y cortoplacistas en las negociaciones estructurales que tienen un impacto económico enorme en nuestra actividad", señaló el CEO de la multinacional Cofco, Alfonso Romero y "sin no volvemos a mirar este negocio como algo estratégico, paulatinamente como país vamos a ir perdiendo relevancia", aseguró.

Los cuatro ejecutivos de las compañías Bunge, Cargill, Glencore y Cofco, fueron convocados para debatir sobre el presente y el futuro de la actividad en el marco del seminario Acsoja que se realizó en Rosario. Durante esa charla que fue coordinada por Luis Zubizarreta, titular de la entidad y directivo de la Cámara Aceitera de la República Argentina (Ciara), la coyuntura copó la parada, en función de las tensiones que existen entre la industria oleaginosa y el gobierno por el cambio en el esquema de retenciones. Y aunque a priori esas demandas sectoriales se plantean en una coyuntura puntual, para los ejecutivos de las multinacionales agrícolas, son el ojo del negocio y lo que les permitió alcanzar la competitividad que ubicó a la industria en las primeras ligas mundiales.

"Llegamos a convertirnos en la capital de la agroindustria oleaginosa mundial por una coherente y consistente política de Estado en cuanto al diferencial arancelario de exportación que nos permitió nada menos que competir en igualdad de condiciones con los países consumidores", señaló Padilla cuando fue consultado sobre los orígenes del despegue del sector.

De ese modo, el CEO de Bunge ubicó al aspecto fiscal en el eje del análisis, pasado y presente. "Logramos convencer a los distintos gobiernos sobre la importancia de una herramienta que compense a la industria, y aunque somos defensores del cero por cero (arancel cero de impo y de expo) ese comercio en igualdad de condiciones no existe en el mundo", dijo para justificar la medida.

Sin embargo, los beneficios que gozó el sector a lo largo de más de 20 años quedaron presos de la crisis económica del macrismo. "Lo paradójico es que esa coherencia y consistencia en el tiempo con distintas administraciones políticas de distintos partidos no la pudimos mantener con el gobierno con el que eventualmente tenemos más cercanía en cuanto a conceptos económicos", se lamentó.

Aunque los ejecutivos no ocultaron esa crisis de representatividad con el gobierno nacional, eso no fue un obstáculo para plantear interrogantes muy concretos en el corto plazo. "Este es un sector que reacciona inmediatamente invirtiendo en la agregación de valor cuando vemos una señal clara, incluso anticipándonos a los ciclos", recordó Grancberg, pero también alertó sobre un proceso que, da la coyuntura actual del país puede revertirse. "Hay muchas empresas que emprendieron el camino del agregado de valor, pero muchas no lo hicieron en el país", dijo y fue contundente: "Si tuviésemos que iniciar hoy un proyecto de valor agregado, claramente la Argentina no es un país donde invertir".

Entre un conjunto de demandas entre las que aparecen la adecuación de la infraestructura (vial, ferroviaria y fluvial) y la aceleración de procesos tecnológicos para acelerar la operatividad en los puertos, la pata fiscal es la que surgió como determinante en el panel de los CEOs.

Pero además y con poca confianza en que estas condicionen se modifiquen en el corto plazo, los ejecutivos de las multinacionales también consideraron errónea la política oficial de comercio internacional. "Nos equivocamos, y eso también es difícil de entender", se quejó Padilla, haciendo referencia a que, en medio de una guerra comercial entre Estados Unidos y China, Sudamérica dejó de lado un "elemento clave de negociación" como el Mercosur. "Tenemos una oportunidad única de hacer valer nuestra posición frente a los países consumidores, especialmente el mercado chino", dijo.

Cozzi, vicepresidente de Cargill, lo dijo claramente. "Hoy el mejor lugar del mundo para procesar soja es Estados Unidos, si tuviese capacidad para moler 10 o 15 millones de toneladas nos estaría matando" y llamó a los funcionarios del área a enfocarse en ese punto. "Tenemos la suerte de que no tienen más capacidad, están a full", dijo para destacar la ventana de oportunidad que se le abre a la Argentina y a Sudamérica como bloque ya que "tal cual está dada la guerra comercial no sabemos cuánto va a durar", advirtió.

Pero más allá de la estrategia como bloque, las luces amarillas se encienden cuando se observa al interior de la Argentina. Si bien empresas como Renova, se sumó a la segunda ola de inversiones a través de un proyecto conjunto entre Vicentín y Oleaginosas Moreno, propiedad de Glencore y construyó en Timbúes la planta más grande del mundo en capacidad de procesamiento, Gancberg reconoció que "la volatilidad política que tenemos en nuestro entorno hace difícil conciliar proyectos de largo plazo con realidades".

Con una mirada retrospectiva, Romero _CEO de la china Cofco, otro de los jugadores más nuevos del mercado y propietaria de Nidera_ cuestionó la caída de la competitividad de la Argentina en la región.

Según los datos del primer semestre de este año, Cofco fue líder en exportación de granos, dejando atrás a Cargill, Bunge, Dreyfus o ADM, aunque no logró la misma performance en el agregado de valor, ya que fue superada en la venta externas de subproductos y aceites, según datos de la corredora Zeni en base a información oficial.

Por eso, Romero dio cuenta de este nuevo escenario doméstico. "Hace 15 años Argentina venía alcanzando a Brasil en capacidad de producción y procesamiento", dijo, pero "dormimos una siesta que nos costó cara y hoy tenemos un déficit en la capacidad de negociación bilateral. Somos ineficientes y cortoplacistas en la visión de negociaciones estructurales que traen sus consecuencias", indicó.

A todas luces la zaranda que provocaron los cambios en la política de retenciones llevó al sector a indagar sobre las debilidades y fortalezas a futuro y qué lugar ocupa la Argentina en el contexto de los grandes gigantes agroindustriales cuyas inversiones tienen plataformas internacionales.

"Tenemos que ver cómo es la composición de la demanda en Argentina, nos vanagloriamos de ser un país exportador por naturaleza, pero si observamos, Estados Unidos consume el 80% de su producción y Brasil pasó del 30 al 50% actualmente". Según dijo, esos países fueron "encontrando la forma de agregar valor en su país y esa transformación de hacerlo en origen es un beneficio que tenemos que buscar como país". La urgencia, según planteó es que en medio _nuevamente_ de esta guerra comercial es "mirar a nuestros competidores cómo fueron capaces gradualmente de ir realizando este camino".

Este escenario doméstico y externo plantea ajustar algunas variables en el corto plazo. "Por la guerra comercial una buena parte de nuestra cosecha va a ser exportada a China como poroto, lo que genera una presión importante sobre la base industrial", dijo Gancberg de Glencore y eso hace que "todas las compañías estemos evaluando cómo hacer para afrontar esa escasez de poroto, que es lo que ocurrirá", agregó.

Pero más allá de la coyuntura, evaluó tal como lo hizo el directivo de Cofco, que el agregado de valor es lo que se viene para que el retorno de la inversión se pueda lograr.

"Claramente el futuro nos va a estar mostrando que no habrá necesidad de que existan compañías como las nuestras para el abastecimiento del producto. Con la tecnología lo podrán hacer compradores del exterior a través de sistemas de comunicación eficientes y evaluando riesgos", evaluó Gancberg.

Frente a eso, "tendremos un negocio menos, que es algo que ya está pasando, y por eso debemos avanzar hacia un eslabón más de valor agregado". Y también reconoció que necesitan "volatilidad de precio, porque de lo contrario las inversiones que tenemos no tienen repago".

EL APORTE A LA CADENA

Cozzi señaló que el conjunto de inversiones de la agroindustria en la región hizo un aporte clave a la integración de la cadena de valor del sector agropecuario, empezando por el productor. En primer lugar, citó a la "segmentación de la demanda" como un elemento que permitió estabilizar precios y estacionalidad. "Nadie hace cinco meses podría prever que estaríamos presenciando una guerra comercial entre Estados Unidos y China y eso está pasando. Como tampoco, se puede estimar que esto cambie", dijo y valoró ante esto la capacidad del polo procesador oleaginoso de diversificar mercados. "Como país, tener un negocio o una industria que esté demasiado atada a un solo destino, no es bueno", dijo para resaltó que la soja como poroto va hacia un destino, el aceite y las harinas hacia otros.

Pero, además, Cozzi señaló que el segundo aporte es lograr quitarle estacionalidad a la actividad primaria y a las ventas del productor. "Hay muchos negocios ligados al nuestro que están sostenidos sobre la base de una demanda estable, desde la financiación hasta lo silobolsas", dijo y agregó: "Nadie guardaría en silobolsas en abril para vender en julio como fija el período del hemisferio norte".

Frente a eso, "este sistema en la Argentina logra que no haya tanta presión sobre los precios, podamos distribuir la comercialización en el tiempo y el productor tienen la posibilidad de guardar su soja porque sabe que hay una industria que la va a tomar".

Justamente, ese procesamiento en origen es lo que le dio al polo regional la competitividad que hoy tiene.

"El gobierno debe entender que, si bien como país tuvimos un rol protagonista durante años, si no volvemos a mirar a este negocio como algo estratégico para el país, paulatinamente vamos a ir perdiendo".

Para padilla (Bunge) la clave hoy es "hacer lo contrario de lo que estamos haciendo" porque "nunca hemos tenido un momento más oportuno para sentarnos como región que producimos más soja que Estados Unidos y plantear una negociación fuerte", dijo y reiteró un proyecto que hace años se viene trabajando pero que nunca vio la luz como la creación de una Bolsa regional. "Con más de 160 millones de toneladas de producción de soja a nivel regional, no se puede entender como seguimos arbitrándonos en EEUU, es una locura", concluyó.

LOGÍSTICA

El CEO de Cofco aseguró que "la cadena agroindustrial es muy competitiva, desde la producción hasta las empresas que transforman", pero también llamó a poner acento en lo que denominó "sintonía fina".

"La logística sigue siendo un tema crítico y en la medida que seguimos creciendo en la producción las mejoras no son suficientes", cuestionó y dijo que "todavía en la Argentina la a infraestructura no está a la altura de las inversiones privadas".

A la hora de plantear falencias habló de la necesidad de avanzar en sumar cargas por ferrocarril, pero también por barcazas. "Aún duplicando el volumen de lo que se transporta por tren no habría un impacto significativo en términos de beneficios logísticos", enfatizó Romero.

También llamó a pensar, como en Brasil en bitrenes y rodotres como aporte a la logística de transporte. Además, en esa sintonía fina ubicó a la tecnología. "Avanzamos con el sistema Stop para que no haya más camiones sin cupo, que otorga una eficiencia de entre el 20 y 30%", dijo.

Por otra parte, citó la necesidad de avanzar en la carta de porte digital. "Con una pequeña mejora tecnológica camiones que demoraban dos minutos en ingresar lo pueden hacer en 15 segundos y eso elimina los cuellos de botella". Finalmente, Romero insistió con modificar algunas reglamentaciones como el rechazo de bodega en buque, que frena la descarga y genera congestión. (Fuente: La Capital)

Fuente: (valorlocal.com.ar)