El poroto es una de las legumbres de ciclo corto con gran futuro. El cambio de hábitos en el consumo de alimentos, la posiciona como una alternativa promisoria debido a que ofrecen hidratos de carbono, proteínas y minerales.

En la actualidad, la genética desarrollada ocupa alrededor del 50% de la superficie total de producción de porotos del país, lo que representan alrededor de 500.000 hectáreas. Y esto no es un dato menor, debido a que según un informe del Consejo Agroindustrial Argentino (CAA) las legumbres, en el primer cuatrimestre del año, exportaron 174.000 toneladas por U$S 123 millones, un crecimiento de 26 % con respecto a 2022.

Que el 95 % de los porotos que se producen en la Argentina sean exportados a Brasil, Centroamérica, Europa y parte de Asia, no es casual. De hecho, Marcelo Gerónimo –especialista en mejoramiento genético de las últimas 10 variedades de porotos – investiga para ampliar la variedad de semillas de poroto, que se adapten a diversos ambientes de la Argentina para que representen una nueva opción productiva a los agricultores de las distintas regiones del país.

“Entre 2007 y 2021, obtuvimos e inscribimos en el Inase diez nuevos cultivares de porotos de diferentes tipos comerciales”, indicó Gerónimo quien señaló que, en la actualidad, se encuentran trabajando en el desarrollo de seis nuevas variedades, que serán liberadas de manera paulatina a partir del presente año.

Sin embargo, el objetivo no solo está en obtener más y mejores cultivares, sino en desarrollar genética que puedan adaptarse a los diversos ambientes productivos de la Argentina. En este punto, Gerónimo destacó que el avance de la tecnología y el desarrollo de nueva genética no solo ofrece oportunidades para la exportación, sino que también implica un beneficio para los agricultores argentinos, en términos de seguridad alimentaria y autonomía productiva. “Por esto, seguimos trabajando en el desarrollo de variedades que se puedan adaptar a las diferentes condiciones agroecológicas del país”, indicó.

Asimismo, Gerónimo señaló que otra de las razones por las que sigue apostando al desarrollo de nueva genética tiene que ver con la aparición de problemas bióticos y abióticos, que afectan el desarrollo del cultivo y sus potenciales productivos.

“El poroto es un cultivo de origen andino, originalmente adaptado a un clima templado y con temperaturas moderadas”, expresó el investigador del INTA quien explicó que “mediante un proceso de adaptación por selección y mejora genética, se logró su producción en otras zonas de meso América con temperaturas y humedad más elevadas”.

El cambio climático –mediante periodos de sequias y lapsos de temperaturas elevadas cada vez más frecuentes en momento críticos del cultivo– representan un desafío para la producción de poroto del futuro e impacta en el desarrollo del cultivo disminuyendo notablemente los rendimientos. “Es muy importante la generación y selección de nueva genética que tenga la capacidad de tolerar y producir de manera aceptable en condiciones de altas temperaturas”, expresó Gerónimo y aseguró que “dentro del proyecto de mejora genética de poroto se desarrolla un programa de selección de germoplasma en condiciones de elevadas temperaturas que cuenta con 12 años de trabajo”.

Más allá de esto, la mira también está puesta en el desarrollo de productos requeridos por los mercados internacionales. “Tipos comerciales, tamaño del grano, sumado a la calidad nutricional diferenciada –por el mayor contenido de hierro o zinc– y las características culinarias, son algunas de las demandas que nos motiva constantemente a desarrollar nueva genética que cumpla con esas expectativas con el objetivo de garantizar la oferta y, por consiguiente, lograr la sustentabilidad de la producción”, puntualizó Gerónimo.

(Fuente: Campoenacción)