El impacto de la sequía ya se observa con agudeza en lotes tanto de soja como de maíz. Con las lluvias, los que recuperaron una oportunidad son los planteos tardíos.

“Vemos ramilletes de chauchas muy pequeños y envejecidos, altura de planta muy baja. El cultivo puede reaccionar rebotando y haciendo las últimas tandas de flores y tener una última oportunidad para un rinde aceptable. Pero estamos a solo 60 días de la cosecha. El peso de granos me parece que va ser pobre y desparejo. Hay un 20 a 30 % de reducción de rinde sin posibilidades de que cambie”.

La frase, según la Guía Estratégica para el Agro (GEA) de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), pertenece a un asesor técnico de la zona de Cañada Rosquín, en el centro-oeste de Santa Fe, y configura un resumen de lo que están observando los ingenieros agrónomos que trabajan en la zona núcleo: los planteos tempranos tendrán inevitablemente consecuencias por la sequía.

De acuerdo con la GEA, los acumulados de lluvias ocurridos en los últimos días no han logrado todavía grandes cambios: el 42% de la zona núcleo que abarca al sudeste de Córdoba, centro y sur de Santa Fe, Entre Ríos y norte de Buenos Aires y La Pampa, continúa bajo situación de sequía.

En el caso de la soja, “incluso con lluvias, ya se estiman pérdidas del 10 al 50%”, destaca la GEA.

Y agrega: “La sequía y la ola de calor del último mes dejaron marca. En Cañada de Gómez se calcula una pérdida del rinde potencial en el 80% de los lotes. En Bigand solo con una nueva lluvia de 60 a 70 milímetros se verá una mejoría en el cultivo. En San Pedro, noreste de Buenos Aires, las plantas están muy desmejoradas, quedaron muy chicas. En General Villegas, al noroeste bonaerense, se observa aborto de vainas”.

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Maíz

Para el maíz, el panorama no es mucho mejor. Las lluvias, según la GEA, ocurrieron muy tarde: el 15% de los maíces que estaban muy buenos cayeron a buenos, y sigue habiendo un 50% de los cuadros entre regulares y malos.

De nuevo en Cañada Rosquín, el análisis es el siguiente: “Las lluvias detuvieron el desplome del rendimiento, pero estimamos pérdidas por encima del 20 y 30%. El peso de los granos seguramente se redujo: quedaron muy pocas hojas activas y tallos estresados que poco pueden aportar”.

La consecuencia es que también se reducen hasta 50% o más los potenciales de rendimiento. Por ejemplo, en Rojas donde normalmente los maíces logran hasta 120 o 140 quintales, se esperan solo 40 a 50.

Más al oeste bonaerense, en General Villegas, hay un poco más de expectativa: 70% de los lotes con 100 quintales, y un 30% restante “cocinado” por la ola de calor y con solo 50 quintales.

“En Laborde, la zona cordobesa que aún no recibió milímetros, dicen lo mismo, aunque para el 30% restante, estiman contar con 10 o 20 quintales más. Para Santa Fe, en zonas como Bigand, los cuadros sembrados en septiembre llegarían a los 70 quintales y los de octubre, van a estar complicados para superar los 40 quintales. Los rendimientos medios esperables en Cañada de Gómez oscilan entre 70 y 90, y en Carlos Pellegrini ascienden y podrían estar entre 90 a 100”, completa el panorama la GEA.

La situación es tal que incluso podría adelantarse la cosecha, por peligro de quiebre de cañas. Según la Bolsa rosarina, a causa del estrés severo, las plantas llevaron a cabo una fuerte removilización  para llenar los granos fijados. Esto provocó un fuerte debilitamiento de las cañas y podría ser necesario cosechar más temprano con mayor humedad a la óptima y gastos extras de secado para salvar lo que hay en pie. En solo 20 días ya podrían comenzarse a levantar algunos lotes.

Siembras tardías

Las buenas noticias en este contexto vienen por el lado de las siembras tardías.

  • Maíz. Salen de la parada obligada por el estrés y el crecimiento vuelve a tomar impulso. Al contrario de los tempranos, que han quedado fuera de juego, si llueve a mediados de febrero, para la floración, tienen buenas chances productivas, afirman desde Cañada Rosquín. En Cañada de Gómez y Bombal el panorama es menos alentador. “Hacen falta muchos más milímetros; más teniendo en cuenta que muchos les han aplicado nitrógeno”, advierten.
  • Soja. La mitad de los lotes aún está en estado vegetativo. Gracias a las últimas lluvias, se espera una recuperación del cultivo; es decir, que vuelva a producir hojas y retomar el  crecimiento. Pero las precipitaciones tienen que acompañar en el resto del ciclo del cultivo. En Carlos Pellegrini, Rojas y en Laborde son optimistas: estiman que no va a haber pérdidas importantes. En El Trébol, la mayoría de los lotes aún conserva el potencial de rinde intacto.

(Fuente: Infocampo)